Los medios llamados “Independientes”
Durante años, la diferencia sustancial para definir a un medio de comunicación independiente se daba por el carácter de empresa privada que esta ostentaba. Es decir, se trataba de un medio oficial o de uno independiente. Con el correr de los tiempos y la reestructuración informativa, ya dejó de importar el carácter de privado del medio; solo era cuestión de que no representara los interese del estado; como ocurrió con todos los medios grandes (o que crecieron) con la dictadura militar de la década de los setentas. Pero, por aquel entonces, los periodistas independientes (de pensamiento, y de puño y letra) terminaban exiliados, proscriptos, desaparecidos o muertos. (Si siguieron trabajando, no eran ni independientes ni peligrosos).Esa forma se volvió a modificar. Aunque en realidad, siempre fue así. Medios monstruos como Clarín o La Nación, con su multiplicidad de pequeños y medianos medios adheridos a su criterio como un pulpo, mostraron la hilacha; y tal vez fue necesaria la aparición de programas como el tan controversial 6 7 8; del canal público, para que muchos se enteran que hace décadas son medios que manipulan la información llagándola a deformar de tal modo que se convierte en una obscenidad.
Medios dependientes
Ante esta realidad, casi por decantación, aparecieron los medios (y con ellos, los periodistas) independientes que defienden otra postura, en este caso la oficialista. Y está bien que así suceda. Como una realidad es la afirmación que “para cada acción hay una reacción”. Pero en ninguno de los casos, se podrían abrogar la calidad de independientes; y mucho menos de objetivos; porque en cada caso, el máximo objetivo es la defensa de un interés a rajatabla. No está en la razón de ser de un periodista, defender un proyecto, un modelo o un interés político. El periodista debe informar desprovisto de toda condición subjetiva (al menos intentarlo). El periodismo debería mostrar los elementos de la realidad sin tomar partida de las pujas políticas o empresariales, que existen y son innegables. Decir “soy independiente y escribo para Clarín, es tan burdo como decir lo mismo y defender al gobierno”.Recuerdo que, en alguna época, para creer a un periodista deportivo solo era necesario que no se supiera hincha de qué club era. Sin negar que, de alguno de ellos, tenía el derecho de serlo; pero a la hora de comentar o relatar, no importaba en lo absoluto. Hoy, tanto en el fútbol como en la política, resulta hasta divertido saber que escuchamos o leemos periodistas posicionales, férreos; y que defienden sin analizar someramente si lo que defienden está bien o mal; que hasta llegan a ser estoicos en sus posturas.
La realidad de las cosas en un contexto predefinido
Para Wittgenstein, la realidad es “la totalidad de hechos posibles y expresables mediante el conjunto de proposiciones con sentido, tanto las verdaderas como las falsas”. Y define considerablemente lo que muchos intentamos, someramente, comprender; la realidad. Pero están también quienes detentan el título de propiedad de la verdad para mostrar una realidad que puede contener tantos conceptos falsos como verdaderos. Solo queda al hombre común tomar ambas posturas y conformar una idea ecléctica de la realidad que ambos sectores plantean; pero, en honor a la verdad, nadie tiene el tiempo suficiente como para poder hacer una tarea tan compleja como la realidad misma.
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