jueves, 23 de septiembre de 2010

OPINION: De la falta de sentido común a la verborragia populista

    A veces da la sensación que la paradoja de que el más común de los sentidos sea el que menos común, se convierte en una realidad inexcusable. Y no quedan dudas que el abanderado de ese axioma ha de ser el Poder Judicial, al menos en alguno de sus funcionarios que inexorablemente avasallan el sentido de justicia que los comunes perciben; pero, más allá de eso, hasta la lógica racional del deber ser, con decisiones que podrían encontrar mayor aceptación de la sociedad sin afectar los principios constitucionales, procesales y los Derechos Humanos que indiscutiblemente son inalienables. No hace falta ser un lego en materia jurídica para evaluar una decisión judicial y sentir que, muchas veces, va en contra de la pretensión social. Pero más allá de eso, la bronca social se ve enrarecida con la verborragia populista que algunos actores principales de la sociedad emplean como “herramienta política”, en lugar de usar las “herramientas políticas” en un sentido más estricto; como base para paliar el fenómeno de la inseguridad, que tiene aristas mucho más profundas que una decisión judicial.


La realidad de una justicia con falta de sentido común

     Si uno se pudiera despojar de todos los preceptos que nos movilizan, como la ideología política, el conocimiento, nuestra realidad social, etc. etc. y tuviera que observar algunas de las decisiones judiciales que tanto revuelo han causado; quizá ni solo así, tal vez, podría encontrar justificación alguna para comprender por qué razón algunos jueces actúan del modo que lo hacen. Para citar algunos ejemplos claros:
     Caso Villa Piren: Dos jóvenes roban el hotel, y dos días después son liberados por el juez; al transcurrir una semana, los mismos chicos roban el villa piren. Mientras se resuelve la situación procesal del segundo robo, son sobreseídos de la primera causa con éste argumento “no es proporcional la pena esperada con el tiempo de prisión preventiva”... ahora, llevaban 15 días, mientras el Código Penal prevé una pena de “un mes a seis años de prisión” (Art. 164 C.P.)...
     El caso del trasladado de la alcaidia de Trelew a Madryn, para que pudiera hablar por teléfono. Un patrullero, personal, varias horas de servicio; para que el imputado hable por teléfono con la familia en Bahía Blanca... Razón, no le permitían hablar en la Alcaidia... otras soluciones: Orden que lo dejen... (después dijeron que no había teléfono)... Trelew, está mucho más cerca... reparar el teléfono de la Alcaidía, que el servicio le preste el teléfono... no. Eligieron la más difícil, y la que más bronca ocurrió. Y se puede seguir. Prisiones domiciliarias que no se cumplen, imputados que no son culpables y que, a pesar de todas las pruebas, no lo dejan salir; y la enorme cantidad de casos impunes que se siguen sumando a la lista de “una sociedad cansada de tanta ineptitud judicial y de tanta injusticia”.

La verborragia populista

     Pero que el hombre común putee porque no encuentra sosiego al dolor que sufre por ser víctima, porque no comprende las razones por las que no se esclarecen los casos; e, incluso por esas decisiones incomprensibles, está bien. Es hasta inevitable. Pero si a ese dolor se lo “fogonea” con un sentido “populista” e irresponsable, puede llegar a generar una presión popular que podría terminar en una tragedia irreversible. La que pudo ser (sin hacer abuso de la casuística) cuando irresponsablemente se le dijo a la sociedad que “tenemos al asesino de Leonela” cuando apenas habían pasado algunas horas de tan aberrante crimen. Se sabe que hasta hubo intensiones de quemar la casa del presunto homicida, y de hasta hacer un linchamiento público. Y ahora me pregunto, porqué no salieron a pedir disculpas por haber, prácticamente, arruinado la vida de una persona que no fue responsable de ese crimen.
     No se puede negar que la gente en la calle está caliente, molesta y harta de que sigan ocurriendo hechos delictivos en la ciudad y en la provincia. No se puede esconder la realidad. Pero tampoco se puede usar como herramienta proselitista. Y, estoy persuadido que se trata de eso, porque se refuerza el pedido por parte del titular del ejecutivo provincial, cada vez que se está cerca de un proceso electoral. Y es cuestión de hacer memoria. La pelea por el presupuesto del poder judicial, con los jueces de cámara y con el presidente del STJ, elecciones 2007. Las listas de los delincuentes, y las denuncias públicas a cada hecho delictivos; elecciones 2009; después de eso. No se hicieron más denuncias públicas. Ahora nuevamente. Parece que después de cada elección, dejaran de suceder actos delictivos.

Más allá del discurso populista y las falsas excusas

     El Estado es uno. Más allá de la inexpugnable división de poderes; ninguna de las llamadas “patas del Estado” se pueden desatender de la realidad. Y los actores del Estado, son quienes tienen las herramientas para hacer los cambios que se necesitan. Es extraño que alguien que ha pasado por una facultad de Derecho, que defienda los principios constitucionales, salga a decir las cosas que dice; poniéndolas en un plano populista para generar beneplácito popular. Porque no se puede tratar de otra cosa. Cuando el titular mayor del ejecutivo provincial habla que la inimputabilidad de los menores es un verso. Yo me pregunto, por qué en todos estos años de gobierno, con legisladores nacionales en el Congreso, no se ha decidido en plantear la modificación de las normas. Ahora se da cuenta que está mal. ¿Dónde está el “Plan Integral de Seguridad” que prometió cuando dijo “en unos días estaré presentando...”?
     Todos los sectores involucrados se tiene que poner a trabajar a consciencia y sin la puja de poderes. A la sociedad no le interesa quien es mas verborrágico que quien ni, hablando mal y pronto, quien la tiene más larga. La sociedad toda quiere acciones concretas y basta de cháchara.

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